Que estamos pasando una crisis económica y de salud importante no le sorprende a nadie, pero si os digo que nos ha enseñado a buscar alternativas que teníamos muy a mano para comunicarnos, ya os va sonando. El consumo y la comunicación han experimentado en estos meses un cambio estratosférico con el paso de los días y, sobre todo, de la evolución que ha tenido la enfermedad del Coronavirus en nuestro mundo. Y es que el Coronavirus trastoca los hábitos de comunicación y consumo.
Por ello, y tras varios meses encerrados en casa esperando la ansiada libertad, el miedo a los rebrotes ya empieza a afectar de una otra manera al consumidor. Y es que esto hará que reduzca sus movimientos durante sus vacaciones estivales, en las que visitará mucho menos los supermercados físicos que antes de la entrada del Covid-19; con una acusada tendencia a concentrar las compras en un único establecimiento o vía online.
Con la irrupción de Internet en la última década se han ido modificando de manera paulatina los hábitos de consumo, pero pocas veces han virado tan deprisa como en los tiempos de la Covid-19. Durante el confinamiento los hogares han gastado un 26% más en productos de gran consumo, han reducido de manera notable el gasto en ocio y restauración así como las visitas al supermercado, aunque la cesta de la compra ha aumentado de media un 37%, según datos ofrecidos por la consultora Kantar Worl Panel. Por necesidad o por miedo al contagio, el consumidor se ha familiarizado en mayor medida con el comercio electrónico, que ha doblado prácticamente su cuota.
¿Cuáles de estos hábitos perdurara tras el Coronavirus?
Sin duda alguna esta es una de las preguntas más debatidas entre los especialistas en marketing y comercio, que en los próximos meses deberán diseñar nuevos planes para incentivar una demanda contraída por los efectos económicos de la crisis sanitaria. Y es que la opinión mayoritaria es que el consumidor poscovid se volverá más sensible al precio, será más racional y se informará mucho mejor sobre el producto antes de realizar la compra, ya que, en lo general, el tiempo que esté en la tienda se minimizará, y eso vendrá ligado a los efectos propios de la «nueva normalidad».
Por otra parte, y con una bajada significativa tras la imposición de los ERTE, la incertidumbre económica conllevará una mayor predisposición al ahorro, por lo que se priorizará el consumo de productos básicos y se pospondrá la compra de productos y servicios de ocio. Asimismo, el consumidor escogerá “la marca que le dé mas confianza o una mejor calidad-precio. De hecho, y según el último barómetro elaborado por la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC), se detecta que el precio crece como factor decisivo: el 46,5% de los españoles le da más importancia a la hora de llenar su cesta, porcentaje que aumenta respecto al 32,2% recogido en el informe a principio del confinamiento.